En 1975 Pepsi lanza una campaña mítica
que se llamó ‘El desafío Pepsi’. Básicamente consistía en situarse en
centros comerciales de diferentes ciudades dando la oportunidad al
público de probar a ciegas un vaso de Pepsi y uno de Coca-Cola y elegir
el que preferían.
Lo hicieron porque en las
investigaciones vieron que, si la gente no sabía qué marca bebía, más de
la mitad se decantaba por Pepsi. Y la campaña lo corroboró: Pepsi ganó
el desafío. Más del 50% de la población escogió Pepsi.
Se podría pensar que empezaba el declive
de Coca-Cola y se iniciaba la era Pepsi. Era lo “racional” ya que
objetivamente se había probado que gustaba más. Sin embargo, no fue así.
La bebida roja ha seguido disfrutando de excelente salud. ¿Por qué?
En 2003, el doctor Read Montague, quien
dirige el Laboratorio de Neuroimágenes del Baylor College of Medicine de
Houston, decide realizar un nuevo estudio casi tres décadas después de
la investigación que originó ‘El reto Pepsi’, pero incluyendo una
resonancia magnética funcional, para ver las reacciones del cerebro.
En esta ocasión, dividió el estudio en
dos partes. La primera fue muy similar a la investigación original. Los
participantes hacían una “cata” a ciegas y decían su preferencia. El
resultado fue prácticamente el mismo que el de 1975. La gente seguía
prefiriendo Pepsi si no sabía qué estaba bebiendo.
En cuanto a su cerebro, en el momento de
producirse la degustación, se activaba el putamen ventral, que es la
región que se estimula con el sabor agradable.
Pero lo interesante surgió en la segunda
parte del experimento. En esta ocasión, se les permitía ver qué marca
estaban bebiendo antes de elegir. Bajo esta circunstancia, el resultado
fue favorable para Coca-Cola con un 75% de las preferencias.
Lo curioso fue lo que ocurrió en el
cerebro de los participantes. Además de producirse la activación del
área de “sabor agradable”, se registró actividad en la corteza
prefrontal interna, que se encarga, entre otras cosas, del pensamiento y
el discernimiento.
Ésto llevó a los investigadores a
concluir que había una lucha entre el pensamiento racional y el
emocional que duró milisegundos…«¿elijo Pepsi que es lo que me gusta más
(es decir, lo racional)?, o ¿me quedo con todo lo que emocionalmente
Coca-Cola es para mi?» Y venció, como ya mencionamos, Coca-Cola con una
marcada diferencia.
Quedó claro que toda la inversión
realizada en crear una asociación positiva con la bebida mereció la
pena. Prevaleció, sobre el sabor de la bebida propiamente, la
experiencia con la marca a lo largo del tiempo, su color, su vinculación
con la felicidad a través de anuncios, la historia, los recuerdos de la
niñez, el logotipo, etc.
Cuanto más nos revela la neurociencia, más evidencias existen de que somos más emocionales que racionales a la hora de decidir.
Si pretendes que tu marca sea la elegida por el público, debes crear vínculos emocionales positivos con ella. No te elegirán por tus argumentos racionales, sino por cómo les haces sentir.
Fuentes: Lindstrom, Martin. Buyology. Gestión 2000, Barcelona, 2012.
Gladwell, Malcolm. Inteligencia intuitiva. Taurus Ediciones, Barcelona, 2005.
Gladwell, Malcolm. Inteligencia intuitiva. Taurus Ediciones, Barcelona, 2005.
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