–¿La neuropsicología es una ciencia que está de moda?
Es el desarrollo a partir de
las neurociencias de la explicación de la conducta, del cerebro, de las
distintas estructuras, cómo se tienen conductas y cómo uno puede de
alguna manera descubrirlas, estimularlas y evaluar el desempeño
cognitivo. Lo cognitivo es atención, memoria, razonamiento, juicio
crítico, que siempre se ha considerado como parte de la conducta, pero
no se podía precisar porque la psicología funciona por modelos, ya sea
freudiano, cognitivo conductual o algún otro.
–¿Cómo nace la neuropsicología?
–No
tiene tanto las bases en la psicología como en las neurociencias. En
2003 se creó el resonador magnético funcional, que empezó a descubrir
cómo el cerebro funciona en vivo. A partir de ver este cerebro
funcionante se empiezan a ver un montón de desarrollos, porque una cosa
es hipotetizar sobre que el cerebro hace tal o cual cosa, pero otra es
verlo en vivo.
Hoy
por hoy podemos ver recuerdos formándose o deformándose. Ahora ya
tenemos muchas técnicas de neuroimagen que lo que hacen es validar
técnicas de exploración. Entonces se comienzan a desarrollar pruebas
neuropsicológicas para medir la normalidad de la memoria, de la
atención, del juicio crítico, el razonamiento, de la planificación, de
la orientación especial; con esos estudios de imágenes los tests ganan
mucha validez. A partir de eso también se desarrollan técnicas de
estimulación cognitiva.
–¿Qué es la estimulación cognitiva?
–Es
la rehabilitación de habilidades o la ejercitación de habilidades; por
ejemplo, si uno va a un gimnasio tiene un montón de técnicas y de pesas
para ejercitarse. En lo cognitivo pasa lo mismo, en la medida en que el
cerebro hace una tarea, esa tarea se empieza a desarrollar, empieza a
hacer más conexiones neuronales, entonces la persona comienza a tener un
cerebro más ágil para determinada actividad. Si a uno le toca ser
futbolista, por ejemplo, va a desarrollar una gran actividad de
orientación espacial porque tiene que tener en su mente ubicaciones de
objetos y puede moverse en relación a esa espacialidad, que no lo va a
tener una persona que se dedica a otra cosa.
–¿Para qué sirve entrenar el cerebro?
–Todo
esto empieza a generar distintas estructuras cerebrales y se ha
descubierto que las personas con más desarrollo tienen mejor resistencia
a las lesiones. Las lesiones más comunes actualmente son las que
generan el estrés, la depresión y la exigencia continua, que hacen que
el cerebro no pueda descansar lo suficiente. Es como tener un restorán,
que puede ponerse a punto cuando cierra. Bueno, el cerebro es lo mismo,
una vez que baja la frecuencia porque tiene actividad cerebral muy alta,
las neuronas empiezan a repararse y para poder hacerlo, uno tiene que
dormir. Uno puede entrenar las habilidades cognitivas, puede hacer
ejercicios para tener mejor capacidad de memoria, mejor período
atencional, mejor razonamiento, mejor juicio.
–¿Para quiénes está recomendada la neuropsicología?
–En
principio, para cualquier persona que haya tenido una lesión cerebral,
porque cualquier lesión va a requerir estimulación. Después de un
traumatismo de cráneo, por ejemplo, tenemos un período de ventana en
donde el cerebro va a hacer cicatriz, va a generar neuronas para cubrir
esos huecos, entonces si uno estimula rápidamente genera conexiones en
esas neuronas y lo recupera. Pero si ese tiempo pasa, después todo
cuesta el doble o el triple y no lo recupera más. Se tiene que empezar
inmediatamente después de la lesión.
–¿Trabajó con pacientes en coma?
–Trabajé
10 años en la clínica San Andrés y ahí empezábamos una rehabilitación
cognitiva con pacientes en coma, con estimulación sensorial... Ni bien
sucede la patología uno se empieza a tratar, no hay que esperar a que
salga del hospital porque esos tres meses son vitales. En el Alzheimer,
por ejemplo, la persona lo mismo se va a morir, pero con estimulación,
se genera mejor calidad de vida y una prolongación de la vida. También
estamos trabajando con deportistas de alto rendimiento, en donde quieren
mejorar sus tiempos o su nivel de concentración en un momento crítico,
que es cuando se agotó, cuando no da más y decide que va a bajar los
brazos, se pueden entrenar para mejorar las decisiones en esos momentos.
–¿Las neurociencias son las ciencias del futuro?
–En
el momento en el que las neurociencias alcancen a influir bien en todas
las facultades, va a ser inevitable, porque es como abrir una puerta y
ver que todo lo que antes pensábamos que había detrás de una puerta y
uno imaginaba que era, ahora se abre la puerta y se ve.
–¿Se puede trabajar el dolor?
–El
dolor tiene una percepción cognitiva y una percepción subjetiva también
muy importante. La percepción personal del dolor está incrementada en
algunas patologías, como en el depresivo. Eso se puede trabajar con
neuroterapias. Porque la neuropsicología no trabaja sola, trabaja en
conjunto con el psiquiatra y con el neurólogo.
–¿Cuáles son los pacientes más difíciles con los que ha trabajado?
–Los
estados más difíciles que me ha tocado trabajar son los vegetativos,
porque son pacientes de mucho tiempo y el 80% no sale de ese estado.
Cuando uno empieza a trabajar sobre esos pacientes, cualquier avance por
mínimo que sea y el hecho de que la familia sepa que se está trabajando
sobre el paciente ya es un avance. Yo puse en la fundación, por
ejemplo, la regla de los cuatro milímetros: que es que mueva los ojos un
milímetro por sesión al menos cuatro veces. Ese era el objetivo, que
siguiera una vez con la mirada los ojos.
–¿Le tocó tratar a alguno que saliera de ese estado?
–Me
tocó un paciente que salió después de 9 meses, cuando ya no se espera
que salgan del estado vegetativo. Se logró sacarle la traqueotomía y le
dije: “Ahora tenemos que pedirle algo a tu mamá, ¿querés que sea
helado?”. Y me dijo: “Helado”. ¡Cuando me dijo eso casi me muero! Llamé a
la madre, que era de San Martín, y llegó rapidísimo. De ahí en más
todos los días trajo helado la madre. Era un paciente joven que logró
salir del estado vegetativo, logró orientarse y logró contarnos lo que
había vivido durante meses. Dijo que escuchaba cuando hablábamos, pero
que no se podía comunicar, no sabía muchas cosas, muchas las equivocó,
su cerebro no estaba funcionando bien, pero funcionaba.
–¿Qué tanto influye lo que uno cree en cómo actúa?
–Del
ambiente, uno toma maneras de pensar, que son como funciones cognitivas
complejas. Esos pensamientos pueden ser desadaptados. Una persona que
cree que nunca va a poder hacer nada bien, cree eso. Y si cree eso actúa
en torno a eso. Entonces se pueden mejorar esos esquemas de
pensamiento.
Hay
que tomar conciencia de que el cerebro tiene una plasticidad ilimitada y
que no porque uno tenga 85 años va a dejar de aprender. La cognición
funciona por anclajes. El pensamiento escucha un dato, un estímulo y
hace un anclaje. Y una idea de por ejemplo “Yo nunca voy a poder
avanzar” puede ser un anclaje del pensamiento. Y el pensamiento crece y
empieza a desarrollarse en torno a eso, como si hubiese puesto una
semillita que empieza a crecer.
Se
puede tratar de cambiar un poco, uno cuando le da una devolución
distinta a una persona, puede generar otra siembra de pensamiento.
Lo que uno piensa de las cosas y de sí mismo genera un impacto en el desempeño general.
►"Uno
puede entrenar las habilidades cognitivas, hacer ejercicios para tener
mejor memoria, mejor período atencional o mejor juicio”
►“La
neuropsicología está recomendada, en principio, para cualquier persona
que haya tenido una lesión. Se tiene que trabajar inmediatamente después
de la lesión”
►“Uno toma del ambiente formas de pensar, esos pensamientos pueden ser desadaptados. Se pueden mejorar y cambiar esos esquemas”
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